domingo, 9 de noviembre de 2008

Wo willst du hin?


Odio… odio a las personas que se hacen de rogar, las coles de bruselas, el nesquik y la gente que lo consume, a las personas mayores que no saben ser felices y disfrutar de lo que les queda, el tráfico de la gran ciudad por la mañana o después de comer un domingo por la tarde, la marihuana triposa, a las personas que hablan muy alto, los estereotipos, el chantaje emocional, los partidos de fútbol por la radio, los tacones que hacen ruido, a los chinos capitalistas y a los yankees ignorantes, la falta de respeto, las conversaciones interrumpidas por el teléfono, los coches que se calan, las primeras impresiones, la gente que muerde los cubiertos cuando come o que no sabe cortar con ellos, las cucarachas, las motos, la soberbia, las aspiradoras, el gas butano, a las personas obsesionadas con su cuerpo, la inmadurez, que te juzguen por tu aspecto, la impuntualidad sin excusa, la coca-cola y las bebidas con burbujas, los perros de menos de cinco kilos o los que sufren de gigantismo, las pesadillas, a las personas que no te miran a los ojos, el McDonald’s y todas sus variantes, el petróleo, el racismo, cocinar, la luz artificial por la mañana, la ansiedad, mi orgullo, ser radical porque toca, las cuestas muy pindias, los edificios en la costa, a las personas que no saben crecer, los gatos, la oscuridad total, pensar en dinero, el insomnio, las olas que no rompen bien, peinarme, la televisión, no saber querer a la gente y no dejarse querer, tropezarme, a la gente que no te saluda por la calle aunque te conozca, los toros, sentirse solo sin quererlo, las medusas, el alcohol destilado, la violencia, el no porque no, que no se digan más tequieros, a los pijos de alma, lo cañí, la falta de libertad, las ratas, que me toquen el pelo, la pólvora, la complejidad de un abrazo, las discotecas, a las personas que no se atreven a decir las cosas a la cara, los acentos forzados, las uñas largas, los hombres que van muy ajustados, las consecuencias de las palabras, olvidar y que te olviden, el francés, que no llueva, los tatuajes sin significado, el calor extremo, el tabaco negro, un puzle incompleto, el agua con gas, el gotelé, los celos, la religión extrema, la falta de espontaneidad, los ojos demasiado claros, pensar en el futuro por obligación, la infidelidad cuando nos es compartida, el hígado, a las personas escrupulosas, no saber sonreír, la manzanilla y demás infusiones, la escasez de humor, los cigarrillos sin filtro, volar en avión, la usura, las voces muy agudas, vivir lejos de tu tierra, el vino caliente, el precio del alquiler, tener hambre y no poder comer, el metro en pleno verano, los anillos de oro, a la gente que pela las uvas, la calefacción muy alta, despedirte de los que quieres para siempre, los pantalones de tiro alto, no apreciar un viernes, la basura en la playa, arrepentirse, los libros con la letra muy pequeña, sudar sin querer, la envidia, las películas dobladas, la resaca mal llevada, perder el tiempo, la arena gruesa, la leche en polvo, dejar de respirar mientras duermes, los pantalones blancos, los edificios muy altos, un mar sin olas…

martes, 10 de junio de 2008

Sendoa



29 inviernos que envejecen a sus espaldas. Los pies se vuelves más duros, se han acostumbrado al asfalto y a la soledad. La ciudad pesa y la infancia muere. Es difícil desprenderse de la inocencia, de todos esos sueños, de los planes y del mar de agua gris, eso es, de sus ojos.

M. dice que no, que no está preparada para morir ni para pensar en ello. Y Kaos sonríe.

Respiramos, y te veo, y ahora me tocas. ¿Qué más quieres?

Le duele no acordarse de él todos los días, pero cuando lo hace recuerda que fue también él, el más fuerte, quien le enseñó que es parte de este camino.

Que este juego se trata de ser feliz, así que no vamos a dejar de luchar por ello.

martes, 27 de mayo de 2008

El viento siempre amaina












Y no deja de llover. Dale, dale vueltas. Se levanta de escarcha, pasa el día lloviznando y se acuesta con bruma.
Ni se moja.
Es aguacero en abril.
Kaos se ha levantado con una estrella de seis puntas en el pecho.
Menos mal que ya pasó la camanchaca.
Si la amurria le atrapa, ni la brisa lo salva.
Vuelve a dejar huellas en la orilla.
- Y eso es bueno, ¿no?
- Claro que sí, que ya escampa.